Finalizando marzo emprendemos rumbo a Asturias, patria querida. Ya han dicho todos los hombres y mujeres del tiempo que va a caer una pelona importante, así que vamos preparadas (casi todas). Cristina ha decidido que lo mejor para ir a la nieve es un abrigo de lana con manga a medio antebrazo.
Nos vamos a colar en el rodaje de "Bajo la piel del lobo" para un proyecto que tenemos entre manos. La cosa empieza bien. Nos ponen una conductora que creíamos que era nueva, pero no, era nueva con nosotras, y no creo que lo olvide en muchos años.
Empezamos viaje... Ah! No! Que ha llamado Isabel, que ha pinchado viniendo y le están cambiando la rueda, que no tarda nada... Silencio... miradas sospechosas... Nos vamos a ir a la nieve sin rueda de repuesto? Claro que no, la arreglamos a mitad de camino, porque las leyes de Murphy son indefectibles, y no mola quedarse sin rueda a saber dónde y en qué condiciones.
Y menos mal, porque ya en plena noche empezó a nevar en plan salvaje contra el parabrisas, y fue el único momento de silencio en el coche. Enseguida entramos en el Principado y, claro, había que cantar el himno, qué menos, eso y otros temas del folclore popular.
Y finalmente, allí estaba la señal "Taramundi", que tiene nombre un poco de aldea gala de Astérix. Y el hotel en lo alto de una cuesta acojonante, como para volver borracho, vamos.
La llave de la habitación son dos: una para la puerta de la habitación y otra para la de recepción, porque a las doce se cierra, estés tú o no en casa... Total, que soltamos las bolsas y bajamos la cuesta, prácticamente rodando, para buscar un sitio para picar algo. Miércoles, 22:40 de la noche... ni un alma. Hay una lucecita en un bar, entramos y allí está Jesús, el dueño de nuestro hotel, tomando algo, y Marcos, el dueño del restaurante, recogiendo para cerrar. "Podemos comer algo?" "Pues hemos cerrado la cocina, pero os puedo preparar una tabla de embutidos!" Nos viene fenomenal, embutido, pan de pueblo, cerveza 1906, la reserva de Estrella de Galicia (no es la 1925, pero está muy requetebién), todo muy dietético. Nos quedamos solas, y Marcos pensando: Voy a acostarme, que estas mujeres querrán irse... Pagamos. Os subo al hotel? No, gracias, así bajamos la cena. Que la cuesta es muy grande y a mí no me importa, de verdad! Total que nos sube en la pick-up y deja el bar abierto... Los ojos como platos. Cierro? digo yo, madrileña total. No hace falta, aquí nos conocemos todos... Eso quiere decir que muy pronto todos nos conocerán!
Al día siguiente, después de cumplir con nuestro cometido, decidimos ir a conocer Ribadeo, que Marisol, nuestra productora, que es hija adoptiva de la zona, se pone muy pesada con lo bonito que es todo (y lo es, la verdad). Llevamos diez minutos de camino cuando Isabel frena en seco. El motor está a 130 º... Silencio sepulcral. El puñetero coche ha decidido amargarnos el viaje. Todos los teléfonos en marcha: concesionarios, talleres, horarios, seguro... El motor vuelve a 90º y decidimos volver a Taramundi, de donde nunca debimos salir, para llamar una grúa. Pero no llegamos, estuvimos a punto, no creáis, pero no. Íbamos leyendo los pueblos, como hacían en nuestros tiempos los niños pequeños para entretenerse en los viajes. Ahora no, ahora va cada uno enfrascado en su ipad y no saben ni por donde pasan. Y claro, de tanto leer a la ida y a la vuelta, no teníamos muy claro en qué punto se volvió a calentar el motor. Ojo, se calienta otra vez! Stop. Carretera sin arcén. Atardeciendo. Lluvia torrencial. Sólo un chaleco de emergencia. Isabel sale escopetada sin abrigo ni chaqueta ni paraguas ni nada que la proteja. No me lo puedo creer, no me lo puedo creer... Habíamos visto una patrulla de la Guardia Civil en la última rotonda, y decido llamar, porque estamos entre dos curvas y empieza a oscurecer. 112 Emergencias. Hola, nos hemos quedado tiradas porque el motor se ha calentado... Está ardiendo?... No... Están heridas?... No, pero podemos llegar a estarlo si nos embisten... No necesitan bomberos?... Hombreee, un buen bombero nunca está de más, pero no lo necesitamos ahora mismo... Le paso con la Guardia Civil... Dónde están ustedes?... Pues entre Aguillón y Bres, camino de Taramundi... No se preocupen, mandamos una patrulla.
Así que ahí estamos, en pleno monte, esperando una grúa, un taxi y una patrulla de la Guardia Civil.
25 minutos después, cuando ya hemos acabado con todo el repertorio de bailes regionales y Marisol ha puesto en marcha a todas sus primas buscando taller (con la que está cayendo), seguimos esperando una grúa, un taxi y una patrulla de la Guardia Civil.
Suena el teléfono. Pone Guardia Civil, ya me han fichado! Sí? ... Señora, dónde están ustedes? que hay un patrulla buscándolas y no las encuentra?... Pues entre Aguillón y Bres... Cristina, busca la localización exacta!... Vale, te la mando al teléfono,.. Al teléfono no que estoy hablando... JAJAJAJAJA... No te rías, que se van a creer que es una broma...
Total, que entre las subidas y bajadas, estábamos entre Taramundi y Aguillón, así que la patrulla llegaba a Aguillón y se daba la vuelta. Tres veces. Aguillón-Vegadeo. Si tenéis interés lo buscáis en Google maps.
Al final llegan la grúa y la Guardia Civil como si estuvieran coordinados. Del taxi no hay noticias a día de hoy, creo que nos sigue buscando, porque los guardias dijeron: En cuanto llegue la grúa las subimos a Taramundi, y el taxi que se busque la vida! Y así hicieron. Llegamos al hotel en un todoterreno de la benemérita, Isabel se fue a Lugo con su coche, y no sabemos si se lo han traído ya a Madrid, porque tuvimos que volver en uno alquilado. Y el pueblo entero nos saludaba al pasar. Menos mal que lo de las navajas lo dejamos para el último día, porque aquéllo pudo acabar en masacre. ¡Viva el vino!
(Cristina y su increíble estilismo para la nieve)